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Soy de tus sentimientos el cazador

 

y el sabio que sabe que así no debe amar.

 

Soy el mendigo que pide una limosna de amor

 

y el niño que juega con el alma a sentir.

 

Mi corazón es el profeta que adivina el porvenir

 

cuando está dejando de recibir o de dar.

 

 

Me siento pequeña o grande a la vez,

 

salto como un gamo o camino torpemente.

 

Soy el viejo que no tiene nada que hacer

 

y también soy el feto que está por venir,

 

y que al nacer agarra tu mano suavemente,

 

siendo el ave fénix, volviendo una vez más a vivir,

 

resurgiendo de cenizas de un sueño inacabado

 

que son necesarias para soñar nuevamente.

 

 

 Ven, si lo deseas, a mi silencio,

ese que acalla mi mente,

ese que anhela mi cuerpo,

y que sin querer despide

murmullos de cantos lejanos

que ponen mi corazón en un puño,

y abaten mi alma en un sueño,

dominando mi rebeldía

hasta dejarme caer mansamente,

cansada de luchar, rendida,

tan solo necesitando tu mano,

tan solo deseando un momento

de calma, de quietud, de dicha,

pues este poco para mi es mucho,

es aire que me devuelve el aliento.

 

Descansa en el calor de mi pecho,

dejemos que el mundo siga girando,

que las prisas, si quieren, sigan corriendo,

que las palabras rimen en el siguiente verso.

La vida puede ser un minuto,

hagamos de este instante un segundo eterno.

     Hay una frase de Gandhi que me encanta, que dice: "Dios no tiene religión". Dentro de la no religión intento buscar en mí la paz interior que prueba a ser independiente de los sucesos exteriores. He llegado a un punto en el que mi espera a que todo vaya bien dependiendo de como funcionen los demás es infructuosa. No puedo esperar más, solamente aferrarme a la paz, a la alegría que llevo dentro de mí y que creo que intrínsecamente todo el mundo tiene y es lo que identifico con la esencia divina que portamos y que está al alcance de quien verdaderamente la desee. Me meceré en la calma, la que me da sobriedad en los peores momentos de la vida y la que permite que me mantenga serena y que me pueda dar mejor a los demás y a mí misma.

 

     Leyendo un libro he descubierto un saludo asiático, así deseaba saludaros hoy: Namasté. Significa lo siguiente:

 

Yo honro el lugar dentro de tí donde el universo entero reside.

Yo honro el lugar dentro de tí de amor y luz, de verdad y paz.

Yo honro el lugar dentro de tí donde, cuando tu estás en ese punto tuyo y yo estoy en ese punto mío, somos solo Uno.